domingo, 11 de noviembre de 2012

En el amor lo mismo da vencer que ser vencido.

Creo que desde hace tiempo ya no soy tan escéptica a creer en el destino, a que nuestra vida está escrita en algún libro y que las cosas suceden tal y como se cuenta en él. Sé que suena un poco tonto, pero es que tantas coincidencias hacen que te replantees muchas cosas, y como mis lectores habituales sabrán ya lo mucho que me ''gusta'' darle vueltas a todo lo que me sucede pues he aquí una nueva entrada. 



Si bien los sucesos de la semana pasada crearon un gran revuelo en mi vida, el Lunes sucedió algo nuevo que no iba a dejar que la cosa se calmase. Así es lo mismo me tiro seis meses sin novedades en mi aburrida vida y en cuestión de una semana se revoluciona todo. Os cuento tenía que leerme un libro, Niebla de Unamuno, libro que mucha gente criticaba por lo difícil que era de entender, vaya, pues a mi me costó bien poquito, ¿por qué?, porque parecía que aquí mi amigo Don Miguel había sacado los primeros capítulos de los sucesos ya comentados, sí, sí, ni una semana había pasado y el destino me sorprende con esto. 
Claro, el problema es que mi historia- si realmente hay historia, y no es producto de mi imaginación, y sé que sueno a loca- no ha terminado, y conforme iba leyendo el libro me iba temiendo lo peor, es como si fuese viendo lo que iba a pasar en mi vida...y no me gusta.
A ver todo esto es una forma de hablar, y sería realmente espeluznante que mi vida tomase el camino que toma Augusto, nuestro protagonista, más que nada porque tales coincidencias creo que me superarían.
El final es un poco ¿CÓMO?, pero hace que te replantees tantas cosas que da gusto leerse libros así, aunque no sé si he llegado a entender lo que nos quería decir nuestro escritor, no porque no lo haya entendido sino...porque no quiero darle la razón, no me gustaría que mi final fuese así.

Os dejo un carta que le escribe Augusto a Eugenia, mujer de la que quedó prendado desde el primer momento que la vio.


Señorita:


Esta misma mañana, bajo la dulce llovizna del cielo, cruzó usted, aparición fortuita, por delante de la puerta de la casa donde aún vivo y ya no tengo hogar. Cuando desperté fui a la puerta de la suya, donde ignoro si tiene usted hogar o no lo tiene. Me habían llevado allí sus ojos, sus ojos, que son refulgentes estrellas mellizas en la nebulosa de mi mundo. Perdóneme, Eugenia, y deje que le dé familiarmente este dulce nombre; perdóneme la lírica. Yo vivo en perpetua lírica infinitesimal.
No sé qué más decirle. Sí, sí sé. Pero es tanto, tanto lo que tengo que decirle, que estimo mejor aplazarlo para cuando nos veamos y nos hablemos, pues es lo que ahora deseo, que nos veamos, que nos hablemos, que nos escribamos, que nos conozcamos. Después ... Después, ¡Dios y nuestros corazones dirán!
¿Me dará usted, pues, Eugenia, dulce aparición de mi vida cotidiana, me dará usted oídos?
Sumido en la niebla de su vida espera su respuesta.
Augusto Pérez.

2 comentarios:

  1. Muy buena entrada, tanto que me han dado ganas de salir corriendo a comprar el libro

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    1. A mucha gente no le gustó pero creo que fue porque no supieron leer entre líneas, es un libro muy recomendable :)

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1 Km menos para la felicidad