Pero no todas las personas tienen la fortuna de alcanzar ese estado. La felicidad es ese momento de éxtasis en el que te duele todo el cuerpo, tus ojos se inundan de lagrimas que no quieren caer del ojo, tienes la sensación de que tu garganta está ardiendo, los pensamientos desaparecen, y es que no hace falta sonreír porque en ese momento no te lo crees, piensas que es un sueño y que pronto vas a despertar, tu cuerpo entra en un estado de hiperactividad, saltas corres, te dan ganas de abrazar a toda la gente que te vas encontrando, y deseas sinceramente que toda la gente se sintiese igual que tú, o simplemente tu cuerpo se paraliza por completo.
Durante esos pocos segundos que dura, desde mi punto de vista, llega a ser tan inmensa esa felicidad, que olvidas por completo lo que es sufrir, el dolor, pero al mismo tiempo sientes un gran miedo al imaginar perder esa sensación, las inseguridades son más fuertes que nunca.
Porque no es fácil alcanzar esa felicidad de la que tantos hablan, y además es aún más difícil mantenerla viva. Y es que hoy he estado viendo (otra vez) la película que le da nombre a este blog, y en ese momento en el que nuestro protagonista sale a la calle, al final de la película, al observar su cara, pese a que no sonría, su rostro irradia la felicidad de la que os hablo.
No creo que yo esté preparada para sentirme así, y seguramente os preguntéis que ¿cómo he sido capaz de describirla si no la he sentido?, bueno pues porque he tenido la suerte de ver a mucha gente que tras un gran sufrimiento han alcanzado sus metas y han entrado en ese estado. Tengo que vivir muchas experiencias, tanto malas como buenas, pero cada una de ellas me aportará algo nuevo que me haga estar más cerca de ella.
Lo que tengo muy claro es que no va haber nada ni nadie que se interponga en mi camino hacia la FELICIDAD.
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1 Km menos para la felicidad