jueves, 15 de diciembre de 2011

A time machine.

Hoy, volviendo de clase he visto por la calle un tren con globos de colores, música por todo lo alto (juraría que eran villancicos), estaba lleno de niños pequeños, saludando con sus pequeñas manitas, riendo a carcajadas, algunos dejando ver que el ratoncito Pérez había pasado por su casa hace poco, con sus ojitos brillantes, hablándole a sus abuelos, padres,... con un entusiasmo propio de esa edad.
Y es que me ha recordado a mi infancia, de la que no me puedo quejar. 
En esta corta vida, cada segundo, minuto, hora que desperdiciamos, no los podemos volver a recuperar, estaría bien tener una máquina del tiempo, para poder hacer lo que dijiste que harías, y ya por una razón u otra no lo puedes hacer. Si yo tuviese una, volvería a esa edad donde la mayor preocupación de todas era conseguir ese tazo o cromo que te faltaba para acabar tu colección, volver al cole no era un castigo, no había maldad, las sonrisas eran sinceras y teníamos un alma pura, donde con un lápiz y un folio estábamos entretenidos durante horas, se nos consentía todo, ansiábamos ese 6 de enero, soñábamos con ser profesoras o futbolistas, éramos muy curiosos deseando aprender y algo muy importante no nos importaba abrazar a nuestra madre o padre delante de los demás.


Es una pena que cada vez a la infancia se le vaya restando años, es decir, ¿por qué crecer tan rápido?, si seguramente esa sea la etapa de nuestra vida más feliz. Cuando voy por la calle, o en el instituto y veo a niñas de unos once años con Blackberrys, pienso que yo nunca le regalaría a mi hijo/a una a su edad, si que los tiempos está cambiando, las tecnología está revolucionando el mundo, pero ¿tanto como para regalarle una Blackberry a un niño de once años?. Nuestro mundo está en decadencia, si no eres un niño ya no puedes disfrutar de una vida completamente satisfactoria, cuando creces empiezas a ver cosas, ves que no puedes hacer nada, y aunque nos olvidemos por momentos siempre estarán ahí. Creo que es nuestro deber, cuando tengamos hijos  hacer que su infancia dure más, que disfruten mientras puedan de esa etapa, porque nunca volverá. Con esto no quiero decir que el resto de nuestra vida vaya a ser un infierno, no, al crecer y al dejar de depender de nuestros padres, nos volvemos más fuertes, estudiamos, conseguimos un trabajo (cosa que en un futuro veo algo negro) y formamos una familia.La vida es algo maravilloso,es un regalo, pero de verdad ¿no darías lo que fuera por volver otra vez a esa edad donde no había preocupaciones?


8 comentarios:

1 Km menos para la felicidad